Muere Cristián Cuturrufo: adiós al hombre imprescindible del jazz chileno

El maldito Covid-19 nos golpea otra vez. El músico nacido en Coquimbo fue clave para la expansión del jazz en Chile como un género diverso en lo estilístico y popular en su alcance. Y no sólo eso: su labor como gestor cultural, encabezando clubes y festivales, también contribuyó a sacar al estilo de sus etiquetas más estrechas.

Siempre inconfundible con su espesa barba y su trompeta, la historia de Cristián Cuturrufo se inició en Coquimbo, la ciudad donde vino al mundo en 1972. Fue hijo de músico, aunque como suele ocurrir, eligió un instrumento distinto al de su progenitor, pues su padre fue el acordeonista Wilson Cuturrufo, quien encabezó una de las familias más tradicionales en el cancionero del puerto pirata.

Decidido a que la música era lo suyo, ingresó a la escuela de la Universidad Católica, donde tuvo una formación académica y técnica como trompetista docto. De hecho, entre 1991 y 1993 integró el Ensamble Gabrieli.

Pero lo suyo era lo más callejero, quizás algo más suelto y menos sometido a los formalismos. Él siempre se definió como un creador inquieto y voraz, sin muchos guiones establecidos. Por lo mismo, tras sus estudios capitalinos, y tras decidirse por un jazz menos purista, viajó a Cuba, la tierra donde los instrumentistas del género suelen maridar los ritmos sincopados con música latina, africana, funk, son y pizcas de rock. Ahí profundizó su vínculo con la música popular.

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